Leash Training for Life

We have a sweet dog. Having never owned a dog in my life, I have had to learn how to train a dog. I had no idea one needed to train them to walk on a leash! I thought that was a given—dog walks with the master in perfect harmony creating a “Norman Rockwell” moment of serenity and satisfaction!
Wrong!!! I put the puppy on the leash, and she wants to go one way 110 mph! Then suddenly, she decides she’s done going that way and she braces her feet against my leading in stubborn defiance, resisting the leash.

I learned I must stop every time she takes the lead. I just wait until she returns to me with giant puppy eyes upturned and listens for me. When she is stubborn against my lead; again, we stop, and I wait until she decides to give up her will for mine.

The goal in leash training is that the dog walks at the masters’ pace in the direction the master chooses and then there is peace and a mutual enjoyment of each other.

Genesis 5:24 “Enoch walked with God…”

There are so many parallels to myself in relationship to life as a follower of Christ and my sweet puppy. I am so prone to want to dash in my own direction. There are times I stubbornly stand my ground and dig in my heels against where my Master leads and directs. I don’t focus on His desire, His lead, His will and we are in disharmony; I get tripped up.

Often God, as the rightful Master of my life, simply stops and waits for me to empty myself of me and be willing and surrendered to Him. There is a journey we can take together, but it is necessary that I let Him lead.

Enoch learned God’s pace for his journey. He learned to look upward and walk to His unique pace cadenced by God Himself. The relationship was serene & deep. It was so rich that he simply walked into eternity.

I want that. I want to lock eyes with the One Who ransomed me and let Him lead where I go and at what pace. I want to watch with anticipation for every cue that opens my understanding of Who He is, how He thinks, what He enjoys, and what He longs for from me in our unique relationship.

May it be said of me…Christy walked with God.

Entrenamiento con Correa para la Vida

Tenemos una mascota, una perrita. Nunca en mi vida había tenido uno, así que he tenido que aprender a entrenarlo. ¡No tenía idea de que había que enseñarles a caminar con correa! Pensé que eso era algo natural: el perro camina con su dueño en perfecta armonía, creando un momento de serenidad y satisfacción digno de una pintura de “Norman Rockwell”.
¡Error! Puse a la cachorra en la correa, y ella quiere ir en una dirección a 110 km/h. Luego, de repente, decide que ya no quiere ir por ahí y planta sus patas en el suelo en un acto de desafiante terquedad, resistiéndose a la correa.
Aprendí que debo detenerme cada vez que ella toma la delantera. Simplemente espero hasta que regrese a mí con sus enormes ojos de cachorro y me escuche. Cuando se resiste a seguir mi dirección, nuevamente nos detenemos, y espero hasta que ella decida rendir su voluntad a la mía.
El objetivo del entrenamiento con correa es que el perro camine al ritmo del dueño, en la dirección que él elige, y así haya paz y un disfrute mutuo.
Génesis 5:24 “Camino, pues, Enoc con Dios…”
Encuentro tantas similitudes entre mi relación con Dios y mi dulce cachorra. Soy tan propensa a querer correr en mi propia dirección. Hay momentos en los que tercamente me planto y me resisto a la dirección en la que mi Maestro me guía. No me enfoco en Su deseo, en Su dirección, en Su voluntad, y eso causa desarmonía; me tropiezo.
Muchas veces, Dios, como el Maestro Supremo de mi vida, simplemente se detiene y espera a que yo deje de lado mi voluntad y me rinda a Él. Hay un camino que podemos recorrer juntos, pero es necesario que yo le permita liderar.
Enoc aprendió el ritmo de Dios para su vida. Aprendió a mirar hacia arriba y a caminar en el compás único marcado por Dios mismo. Su relación con Él era serena y profunda. Era tan rica, que simplemente caminó hacia la eternidad.
Eso es lo que anhelo. Quiero fijar mis ojos en Aquel que pagó el precio por mí y permitirle que guíe mis pasos y el ritmo de mi caminar. Quiero observar con expectación cada señal que me ayude a comprender mejor quién es Él, cómo piensa, qué disfruta y qué desea de mí en nuestra relación única.
Que se pueda decir de mí… Christy caminó con Dios.